4 abr 2013

Ella se alejó y él no la siguió. Fue ahí cuando ella notó que había tomado la decisión correcta.

Un día te levantas y sientes que algo dentro de ti ha cambiado. Te levantas con ganas de sonreír y no con los ojos hinchados de haberte pasado toda la noche llorando. Quizás todas esas noches sin dormir te han servido para algo. Noches de comerme el mundo entero y mañanas de vomitarlo pegada al suelo. Noches de esas de darle tantas vueltas a las cosas que hasta tú acabas mareada. Noches sin ti. Creo que ya va tocando cambiarlas por noches de salir a comerme el mundo entero y dejarme un trocito para comérmelo al día siguiente. Sin lágrimas. Sin dolor. Sin recuerdos. Sin ti. Pero feliz. ¿Es lo que toca no? Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma, pero nadie dice cuánto dura la tormenta, y yo creo que la mía ya ha durado demasiado. Ha llovido tanto que las nubes se han quedado sin agua y ahora sólo hay hueco para que salga sol. ¿Sabes? Después de un tiempo acabarás entendiendo que para no tropezarte más veces en el mismo lugar, tendrás que buscar otro camino. U otra piedra. Y con lo perdida que me encuentro ahora mismo, encontraré miles de caminos llenos de piedras que me ayuden a seguir y no a caer. Hoy por fin me levanto de la cama con una frase en la cabeza, esa que siempre me ha repetido mi abuelo: Vive tu vida de tal manera que cuando tus pies toquen el suelo por la mañana, hasta el diablo se estremezca y diga: Esta cabrona ya se ha levantado.